Tromso, la odisea…
Tromso, día 1
¡Iniciamos nuestro viaje a la ciudad ártica de Tromso, el “Paris del norte”, en Noruega ! La conclusión del día: llegar allí no es cosa fácil…
Aqui estamos ¡Por fin! Nos ha costado llegar a Tromso… Entramos en Barajas esta mañana a las 7 y acabamos de llegar al Radisson Blu de Tromso a las… ¡23h! 16 horas de odisea con tres vuelos: Madrid-Frankfurt, Frankfurt-Oslo, Oslo-Tromso.
Perdimos la correspondencia en Oslo por el retraso del vuelo procedente de Frankfurt. Comprobamos entonces que el orden, la educación y la supuesta disciplina que tanto veneramos de los paises nórdicos tienen algo de un mito…
Incontestablemente, el aeropuerto de la capital noruega se ha quedado demasiado estrecho para una población descendiente de los vikingos, con estatura de baúl normando. Tantos los hombres como las mujeres son gente de mucha… vitalidad. Bostezan, tosen y estornudan con la boca gran abierta, algunos rien y hablan como truenos enseñando unos piños como espátulas que trituran a todas horas bocadillos Uppercrust, muffins, pizzas y demás chuches. Supongo que lo necesitarán tanto para alimentar esta anatomía de “drakkar” como para luchar contra el frío.
Cuando tienen seguro a donde se deben encaminar, mejor hecharse a un lado: tal buque rompehielo, el noruego va directo a su lugar de destino, determinado, con la mirada fija en el horizonte y la mandíbula apretada. ¡Arre! Si uno se despista, se come unos cuantos codazos y mochilazos…
Mala suerte. Nuestro vuelo a Tromso también tiene retraso… No hay manera de saber en qué puerta embarcar y a qué hora… “I don’t know!”, nos ladra una empleada de SAS exasperada por nuestra pregunta. Vamos de un lado al otro del hall de embarque, (mal) guiados por nuestra intuición y mensajes contradictorios que llegan por megafonía. Queremos preguntar en los mostradores de SAS… Hay que coger ticket como en la frutería del barrio. ¿Quién va el último? ¡Nosotros! Hemos sacado el número 933 y la fila va por el número 716… ¡Arg!
Por fin encontramos la puerta de embarque y subimos al avión. Estrujada entre dos señores, disfrutaré durante las casi dos horas que durará el vuelo del crujido constante y en “Dolby stereo” de sus mandíbula y tráquea respectivas. Él de mi izquierda sorbe café y vino simultáneamente (curiosa mezcla, tendré que probar). Él de la derecha – ardilla en una vida anterior… – apurará 3 sacos de frutos secos en 40 minutos mientras devora “Aurora Boreal” de Åsa Larsson.
¡Aterrizamos! Fuera, una “crosta” centelleante de hielo lo cubre todo, reflejando la luz lunar. Finita la poesía: una laaaarga fila se ha formado en torno a la parada de taxis. Azotados por el viento que lame la nieve, hambrientos y cansados, el viaje se nos hace ya in-ter-mi-nable.
Por suerte, encontramos un autobus que nos deja delante de de la puerta del hotel. Aunque ya es de noche, la ciudad parece una casa de muñecas con sus chalecitos de madera adosados a la montaña y una bonita iluminación nocturna con colores que le da aires un tanto fantásticos… ¡Valía la pena! Mañana será otro día… Mañana nos vamos a Tamokdalen ! To be continued…
e quien es le beau gosse du grande norte, damned une picture vue de face….Je demande à voir sacré nom!! es de facio que reconocido le masque de la vida!
Colonel Siegfried
Diplômé de l’école de Médecine de Paris (14e). En résidence à la KranksAkadémie d’Amsterdam en 1988, il publie son premier livre en en 1991 « La Dégénérescence de la Plaute » aux éditions du Frund. Le livre sera réédité aux éditions La Guisque en Malenquie en 2009. Il partage actuellement son temps entre le métier de Psycho Analyste et celui de Professeur d’Anatomie Cérebrale à l’Université Paul Eugène Soupault.
ça donne envie !!!!!!!
aux prochaines aventures de Nestor
Menos mal que luego merece la pena, porque si fuera por el vuelo……
¡¡¡¡Joooo!!! que fotos tan bonitas.