Lisboa. Escenarios del Sentimiento

El Jardin de las Olas.Situado entre el Teatro Camões y el Oceanario de Lisboa. Detras el teleférico. Parque de las Naciones. LISBOA

Se asoman las siete colinas de Lisboa al deslumbrante escenario del Mar da Palha, glorioso final para un río de discreto transcurrir como es el Tajo. Una de ellas, la de la Alfama, es núcleo primigenio y corazón anímico de la ciudad. Su nombre árabe, que hace referencia a antiguas aguas termales, es el más vivo recuerdo de la Lisboa musulmana, y su ascendente laberinto de calles y callejuelas parece empeñado en retener los ecos de lo allí vivido…

Texto: (c) Miguel Mañueco

Muelle y pescadores junto al río Tajo. Detrás el puente del 25 de Abril. LISBOA. Portugal

Se adivina el murmullo de los siglos en esa maraña de callejuelas, que enseña una de sus caras lucidas frente al mar en la Casa dos Bicos, mansión del siglo XVI caprichosamente decorada. Por encima asoma el edificio almenado de la catedral, presto a ser fortaleza cuando allá, por el siglo XII, cualquier enemigo amenazaba la sede de la corte del rey Alfonso Henriques.

El tiempo parece haberse detenido allí y nada haría pensar en el bullicio urbano de las partes aledañas. Las ropas tendidas a secar, fachadas a veces desconchadas, esquinas inverosímiles… Si no fuera porque nunca faltan otros turistas, el paseo por la Alfama sería pura evocación. No faltarán visitantes contemplando los azulejos que decoran la iglesia de San Antonio o en la barroca de Santa Engrancia, convertida en panteón nacional. Cuesta arriba, siempre arriba, hasta dar con los torreones del castillo de San Jorge, fortaleza que siempre coronó la colina, con romanos, árabes o cristianos.

Soportales junto al arco de Rua Augusta. Barrio de la Baixa. LISBOA

A la orilla se asoma la Baixa, el área central rediseñada por el marqués de Pombal después del destructivo terremoto de 1755. Nació asÍ una nueva ciudad, de líneas perpendiculares y arquitectura esmeradamente atlántica, con mansardas y grandes ventanas blancas con marcos verdes, que puso su perfil a la altura del de otras capitales europeas. La Praça do Comercio se abre a la orilla del Tajo con plenitud de empaque palaciego. Casi centroeuropea parece la Praça do Rossio, presidida por el talante neoclásico del Teatro Nacional y animada por un cosmopolita ir y venir de gentes. Es una curiosa simbiosis estética de norte y sur que se repite en la aledaña Praça da Figueira, por donde pululan lisboetas a la zaga de las muchas y reputadas tiendas de la zona, turistas tratando de decidir en qué restaurante se sentarán a probar una de las tantas recetas a base de bacalao portuguesas.

Tierra adentro, la Avenida da Liberdade, entre jardines de bulevar, edificios nobles, letreros de las grandes firmas y los grandes bancos, da la dimensión de esa vocación urbanita ideada por el marqués. Su estatua preside el final de esta arteria básica, sobre el verde decorado del parque Eduardo VII. Más allá, la ciudad se convencionaliza, pero aún queda mucho de su sabor auténtico a lo largo de la orilla del “río-mar”. A él se asoma la otra colina histórica y esencial de la ciudad, tal vez la más ensimismada. Desde la Baixa se puede acceder en el elevador de Santa Justa, una atracción en sí mismo, cuyo diseño se debe a un discípulo de Eiffel. Su herrumbrosa realidad contrastará ya arriba con las simbólicas ruinas del gótico Convento do Carmo y después con la primorosa arquitectura, recuperada tras el incendio de 1988, del Chiado. Históricamente pródigo en ideas e ideadores, este barrio sigue alardeando de saber de modas y maneras, aunque lo invadan los turistas que, indefectiblemente, montarán en tranvía e irán a hacerse una foto junto a la estatua sedente de Fernando Pessoa en la terraza del café A Brasileira, allá donde él tratase de desenmarañar sus “desasosiegos”. Ecos de la tópica melancolía, que sigue resonando en tantos bares y restaurante de fado, tanto aquí como en la Alfama.

Tienda moderna de calzado Sneakers Delight. Rua do Norte. Barrio Alto. LISBOA

Más arriba, el Bairro Alto, refugiado en sus estrechas calles, se ha tomado aún más en serio esa vocación de lo moderno desde los ochenta. Imaginativas tiendas de diseño muestran sus excentricidades a lo largo de la Rua Norte. Alguna prenda especial hallarán allí la gente trendy, que después, de noche, irán a ver y dejarse ver en los restaurantes y discotecas de la doca de Alcântara. Su murmullo de disfrute vital resonará en la cercana y flotante torre de Belém, indiscutible icono de la ciudad, en el manuelino y suntuoso monasterio de los Jerónimos y en el alardeante Monumento de los Descubrimientos. A todo se impone la apabullante silueta del puente 25 de Abril, con sus aires de muy digno Golden Gate europeo. Con él compite, en tamaño y en modernidad, más alejado del mar, el colosal puente Vasco de Gama, erigido con motivo de la Expo de 1998, que dejó como herencia el Parque de las Naciones. Todo un impulso para la Lisboa que quería proyectarse hacia el futuro y reinventarse allí mismo, a orillas de su fabuloso estuario.

Mirador del castillo de San Jorge. Zona de Castelo. LISBOA. Portugal

Después de doce años, el diseño de los pabellones reconvertidos aún puede presumir de vanguardista. Se define con elocuencia en el gran centro comercial Vasco de Gama, el mayor del país, catalizador del bullicio del domingo, cuando el resto de la ciudad se entrega a su quietud más íntima y sincera. Se esmera en el Oceanario, recorrido por los mundos marinos listo para embaucar incluso al menos interesado en los animales. Se empeña en ser cotidiano entre las nuevas zonas residenciales aledañas, de líneas claras y sintéticas, o el empaque de hoteles que escalan el aire, como el Tívoli Tejo. Se estira 140 metros hacia el cielo con elegancia en la torre Vasco de Gama, mirador de esta Lisboa y de todas las Lisboas.

Detalle del Monumento al Descubrimiento (Padráo dos Descobrimentos)a orillas del río Tajo. LISBOA. Portugal

Y, aún así, e incluso aquí, la ciudad sigue siendo ella misma.

(c) Miguel Mañueco


Cómo llegar

Iberia (www.iberia.com) y TAP (www.flytap.com) vuelan a Lisboa desde Madrid y otras ciudades españolas. También otras líneas: Spanair, Vueling, EasyJet, Air Berlin.

Información

Oficina de Turismo de Portugal en Madrid (Paseo Castellana 141, tel. 917 617 230).

En Lisboa: Lisboa Welcome Center (Rua do Arsenal 25, tel. +351 210 312 700).

En Internet: www.turismolisboa.com

Donde comer

XL (Calçada da Estrela, 57-A. Tel: 21 395 61 18). Situado junto al Parlamento portugués, es de los pocos restaurantes que sirven cenas hasta medianoche. Tiene una carta de vinos excepcional, de todas las regiones del país y del extranjero.

Pap´Acorda (Rua da Atalaia, 57. Tel.: 21 346 48 11). Uno de los restaurantes más codiciados del Bairro Alto, mezcla la comida tradicional portuguesa con un toque de gastronomía francesa.

Adega Do Teixeira (Rua do Teixeira, 39 Bairro Alto 213428320). También otro clásico del Bairro Alto y una excelente y muy auténtica cocina portuguesa.

Dormir

Bairro Alto Hotel (Praça Luís de Camões, Nº8, Tel: 213 408 288. www.bairroaltohotel.com ). Un cinco estrellas en el corazón del Bairro Alto que ocupa un antiguo y elegante edificio.

Heritage Av Liberdade Hotel (Avenida da Liberdade, 28 – 1250-145. Tel: 213 404 040. www.heritage.pt ). Un cuatro estrellas situado en la Avenida da Liberdade, arteria esencial de Lisboa, que ocupa una edificación del siglo XVIII.

Best Western Flamingo (Rua Castilho, n.º 41, 1250-068. Tel: 213 841 200. www.bestwestern.com/pt/hotelflamingo ). Un tres estrellas situado en pleno centro comercial lisboeta, cerca de la plaza del Marqués de Pombal.

Compras

Son recomendables las tiendas del Bairro Alto (Barrio Alto) porque allí se encuentran los diseñadores más modernos y originales en cuestión de ropa y decoración.

De marcha

Bar Havana con vistas hacia el rio Tajo y el puente 25 de Abril. Docas de Alcantara. LISBOA. Portugal

SpeakEasy (Cais Rocha C Óbidos, Armazem 115. Tel.: 21 396 42 57), donde se puede cenar, tomar una copa y escuchar música.

Lux (Avenida Infante D. Henriques- Cais Pedra. Tel.: 21 882 08 90) es una de las discotecas de referencia.

El Parque de las Naciones y la doca (muelle) de Alcântara, para los sonidos más modernos y la marcha más joven.

Escrito por Santiago

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